

Roles y responsabilidades en el trabajo

16 December, 2025
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¿Alguna vez estuviste en una reunión donde, al final, alguien hizo la pregunta incómoda:
“¿Y esto quién lo va a hacer?”?
Yo sí y lamentablemente después de está pregunta hubo silencio. No porque nadie quisiera hacerse cargo, sino porque nadie estaba seguro de si le correspondía.
El proyecto estaba avanzando, pero a trompicones. No era un problema de actitud ni de talento, sino más bien de roles y responsabilidades mal definidos.
Escenas así son más comunes de lo que parecen, sobre todo en equipos que crecen rápido o trabajan de forma híbrida. Cuando no existe una definición de roles y responsabilidades en una empresa, el trabajo se llena de fricción innecesaria.
HR empieza a notar cansancio, los líderes sienten que todo pasa por ellos y los equipos se frustran porque hacen mucho, pero no siempre de manera correcta.
Lo curioso es que muchas organizaciones creen que este tema ya está resuelto solo porque existen puestos o descripciones de trabajo. Pero un rol no es solo un título, y una responsabilidad no es una tarea suelta.
La diferencia entre tener claridad y vivir en la ambigüedad suele estar en entender bien el rol y responsabilidad de cada persona dentro del equipo.
Si alguna vez has visto proyectos estancarse, decisiones retrasarse, o a personas asumir que “alguien más lo verá”, este artículo es para ti.
Aquí vas a entender qué son realmente los roles y responsabilidades en el trabajo, qué tipos de roles existen en un equipo, cómo usar una matriz de roles y responsabilidades y ver ejemplos prácticos que puedes aplicar desde hoy.
Al final, tendrás una forma más clara de ordenar el trabajo, reducir fricción y ayudar a tus equipos a avanzar con menos desgaste y más foco.
Definición de roles y responsabilidades en una empresa
Para entender por qué tantos equipos se atoran en el día a día, hay que empezar por lo básico. ¿Qué significa realmente tener roles y responsabilidades claros dentro de una empresa?
Aunque parezca un tema resuelto, en la práctica suele ser una de las principales fuentes de fricción, especialmente en organizaciones que crecen rápido o trabajan de forma híbrida.
Un rol define el lugar que una persona ocupa dentro de un equipo. Describe para qué existe esa posición, qué tipo de decisiones puede tomar y cómo contribuye al objetivo común.
No es lo mismo que un puesto ni un título. Dos personas con el mismo puesto pueden tener roles distintos dependiendo del contexto del equipo.
Las responsabilidades, en cambio, son las acciones concretas que se esperan de ese rol. Son las tareas, decisiones y compromisos que permiten que el trabajo avance. Mientras el rol de dirección, las responsabilidades aterrizan la ejecución.
Dicho de forma simple:
El rol responde al para qué. La responsabilidad responde al qué.
Por qué rol y responsabilidad no son lo mismo que un puesto
Uno de los errores más comunes en las empresas es asumir que el organigrama resuelve todo. Tener puestos definidos no garantiza claridad operativa.
Un puesto dice dónde estás en la estructura, pero no siempre explica cómo interactúas con los demás ni dónde empiezan y terminan tus decisiones.
Por ejemplo, dos personas pueden tener el puesto de “Project Manager”, pero en equipos distintos cumplen roles diferentes. Una puede enfocarse en coordinación y seguimiento, mientras que la otra toma decisiones estratégicas y gestiona stakeholders.
Cuando esta diferencia no se entiende, aparecen frases como “Pensé que eso lo hacía otra persona,” “Eso no estaba claro,” “Yo solo seguí instrucciones.”
Cómo se complementan los roles y responsabilidades
Los roles y responsabilidades funcionan como un sistema. Si uno falla, el otro pierde sentido.
Un rol sin responsabilidades claras se queda en una idea abstracta. Una responsabilidad sin un rol definido se siente como una carga arbitraria.
Cuando ambos están bien alineados, el trabajo fluye mejor porque las personas saben qué se espera de ellas y también qué no les corresponde. Esto reduce conflictos, mejora la toma de decisiones y evita que todo termine en manos del líder.
Ejemplo práctico en una empresa
Imagina un equipo de marketing distribuido entre distintas ciudades. Hay una persona encargada de contenidos, otra de campañas y otra de análisis. En teoría, los puestos están claros. En la práctica, nadie sabe quién aprueba qué, quién decide prioridades o quién responde cuando algo falla.
Al definir mejor los roles, el panorama cambia:
- El rol de contenidos se enfoca en narrativa y calendarización.
- El rol de campañas define presupuestos y timing.
- El rol de análisis evalúa resultados y propone ajustes.
Luego se asignan responsabilidades concretas para cada rol, con tiempos y expectativas claras. El resultado no es más control, sino más autonomía. Cada persona sabe dónde puede actuar sin pedir permiso y cuándo necesita coordinarse con el resto.
Por qué esto es clave en equipos híbridos
En entornos híbridos o distribuidos, la falta de claridad se amplifica. Cuando no compartes espacio físico todos los días, no puedes resolver dudas “sobre la marcha”. Por eso los roles en un equipo de trabajo necesitan estar aún mejor definidos.
Aquí es donde herramientas y estructuras claras hacen la diferencia. No se trata de microgestión, sino de dar un marco que permita a las personas trabajar con confianza, incluso cuando están en coworkings, en casa o en distintas ciudades.
Definir bien roles y responsabilidades no quita flexibilidad. Al contrario. La hace posible.

Tipos de roles en un equipo de trabajo
Una vez que la definición de roles y responsabilidades está clara, el siguiente paso es entender que no todos los roles cumplen la misma función.
En cualquier organización conviven distintos tipos de roles, y reconocerlos ayuda a diseñar equipos más balanceados, más autónomos y con menos fricción.
Muchas veces el problema no es que falten personas, sino que ciertos roles no están cubiertos o están mal distribuidos.
A continuación, revisamos los roles más comunes que suelen existir en un equipo de trabajo.
1. Roles estratégicos
Los roles estratégicos son los que marcan la dirección de un proyecto. No necesariamente ejecutan todas las tareas, pero definen prioridades, toman decisiones clave y conectan el trabajo diario con los objetivos del negocio.
Su principal responsabilidad es asegurar que el equipo avance hacia el resultado correcto, no solo que esté ocupado.
Ejemplo: Un líder de un equipo de finanzas que define objetivos trimestrales, decide en qué proyectos enfocarse y alinea al equipo con otras áreas de la empresa.
2. Roles operativos
Son los roles que convierten la estrategia en acción. Ejecutan tareas concretas, producen entregables y sostienen el ritmo del trabajo diario. En muchos equipos, la mayoría de las personas cumplen este tipo de rol, por lo que su claridad es fundamental.
Ejemplo: Un analista que prepara reportes semanales, un diseñador que crea piezas para campañas o una persona de soporte que atiende solicitudes internas.
Aquí es donde un rol y responsabilidad deben estar muy bien definidos para evitar esfuerzos duplicados.
3. Roles de coordinación y facilitación
Estos roles conectan piezas. No siempre toman decisiones estratégicas ni ejecutan todo, pero se aseguran de que el trabajo fluya. Coordinan agendas, dan seguimiento, resuelven bloqueos y ayudan a que las personas se comuniquen mejor.
Ejemplo: Un Project Manager que organiza tareas, facilita reuniones y da visibilidad del avance del proyecto.
4. Roles de soporte
Son roles que no siempre están al centro del proyecto, pero sin los cuales el equipo no podría funcionar bien. Su trabajo habilita a otros y reduce la fricción operativa.
Ejemplo: HR, IT, finanzas o legal, apoyando a los equipos con procesos, herramientas y acompañamiento.
Cuando estos roles no tienen responsabilidades claras, el resto del equipo pierde tiempo resolviendo temas que no le corresponden.
5. Roles informales o emergentes
No todos los roles aparecen en el organigrama. En muchos equipos surgen roles informales que cumplen una función clave en la dinámica diaria. Personas que facilitan conversaciones, median conflictos o impulsan la colaboración sin que nadie se los haya pedido oficialmente.
Ejemplo: Alguien que naturalmente conecta a personas de distintas áreas o que suele destrabar discusiones complejas.
Cómo conviven estos roles en la práctica
En un equipo sano, estos tipos de roles se complementan. El problema aparece cuando uno solo concentra demasiadas responsabilidades o cuando ciertos roles no existen en absoluto. Ahí surgen los famosos “¿y esto quién lo ve?” o “pensé que eso no me tocaba”.
Para HR, mapear los roles en un equipo de trabajo no es un ejercicio teórico. Es una herramienta práctica para detectar desbalances, ajustar expectativas y mejorar la colaboración sin necesidad de sumar más personas.

Matriz de roles y responsabilidades
Cuando los equipos crecen o se vuelven más complejos, hablar de roles ya no siempre es suficiente. Las buenas intenciones chocan con la realidad del día a día y vuelven a aparecer las dudas: quién decide, quién ejecuta, quién revisa y quién solo debe estar informado.
Aquí es donde la matriz de roles y responsabilidades se convierte en una herramienta muy útil, sobre todo para HR y líderes de equipo.
Una matriz de roles y responsabilidades es una forma visual y sencilla de dejar claro quién hace qué dentro de un proyecto, proceso o equipo. No es un documento burocrático ni una tabla infinita. Bien usada, es una guía práctica que reduce fricción y evita malentendidos antes de que se conviertan en problemas.
Qué es una matriz de roles y responsabilidades
En esencia, es una tabla donde se cruzan dos cosas:
- Las actividades clave de un proyecto o proceso.
- Las personas o roles involucrados.
El objetivo es asignar responsabilidades de forma explícita para que no haya dudas. No se trata de controlar, sino de dar claridad. Cuando una persona sabe qué le corresponde y qué no, trabaja con más confianza y menos estrés.
Cuándo conviene usar la matriz de roles y responsabilidades
No todos los equipos necesitan una matriz todo el tiempo. Pero hay momentos donde su valor es muy claro:
- Cuando un proyecto involucra a varias áreas.
- Cuando hay tareas que se duplican o se quedan sin dueño.
- Cuando el equipo trabaja de forma híbrida o distribuida.
- Cuando los conflictos empiezan con frases como “yo pensé que tú lo veías”.
En estos casos, la matriz no complica, más bien simplifica.
Cómo construir una matriz de roles y responsabilidades paso a paso
No necesitas una plantilla sofisticada para empezar. Un documento simple funciona.
- 1. Define las actividades clave: Enumera las tareas o decisiones importantes del proyecto. No todo, solo lo esencial.
- 2. Lista los roles involucrados: Evita usar nombres propios al inicio. Trabaja con roles para que la matriz sea reutilizable.
- 3. Asigna responsabilidades claras: Para cada actividad, define quién es responsable principal y quién apoya. Asegúrate de que cada tarea tenga un dueño claro.
- 4. Valida con el equipo: La matriz no se impone. Se revisa y se ajusta con quienes van a trabajar con ella. Esto genera compromiso y evita resistencias.
Errores comunes al usar una matriz
Para que la matriz funcione, conviene evitar algunos errores frecuentes, tales como:
- Usarla como herramienta de control en lugar de claridad.
- Incluir demasiadas tareas irrelevantes.
- No revisarla cuando el proyecto cambia.
- No comunicarla correctamente al equipo.
La matriz es una guía viva. Si el trabajo cambia, la matriz también debería hacerlo.

Ejemplos de roles y responsabilidades
Hablar de roles en abstracto ayuda, pero verlos en acción es lo que realmente aclara las cosas.
Estos ejemplos muestran cómo se ven los roles y responsabilidades en distintos sectores y contextos reales.
Ejemplo 1: Equipo de tecnología
En un equipo de desarrollo de software, los roles suelen mezclarse cuando hay presión por entregar rápido.
- Rol estratégico: Product Owner
- Responsabilidades: definir prioridades, validar alcance y tomar decisiones sobre el roadmap.
- Rol operativo: Desarrolladores
- Responsabilidades: construir funcionalidades, corregir errores y mantener la calidad del código.
- Rol de coordinación: Scrum Master o Project Manager
- Responsabilidades: facilitar capacitaciones, remover bloqueos y dar visibilidad del avance.
Cuando estos roles no están claros, los desarrolladores terminan tomando decisiones de producto y el Product Owner se involucra en tareas técnicas que no le corresponden. El resultado es retraso y frustración.
Ejemplo 2: Equipo de marketing
En marketing es muy común que los límites se difuminen, sobre todo en equipos pequeños.
- Rol estratégico: Marketing Manager
- Responsabilidades: definir campañas, objetivos y métricas de éxito.
- Rol operativo: Diseñador y creador de contenido
- Responsabilidades: producir piezas, adaptar mensajes y ejecutar el calendario.
- Rol de análisis: Especialista en performance
- Responsabilidades: medir resultados, analizar datos y proponer ajustes.
Cuando no hay claridad, todo se revisa varias veces, nadie sabe quién aprueba y las campañas se retrasan. Con roles bien definidos, el flujo se vuelve mucho más ágil.
Ejemplo 3: Equipo de ventas
En ventas, la falta de claridad suele impactar directamente en resultados.
- Rol estratégico: Sales Manager
- Responsabilidades: definir objetivos, territorios y estrategias de cierre.
- Rol operativo: Ejecutivos de ventas
- Responsabilidades: contactar clientes, gestionar pipeline y cerrar acuerdos.
- Rol de soporte: Sales Operations
- Responsabilidades: mantener CRM, reportes y procesos.
Si el ejecutivo termina limpiando datos o el manager cerrando todas las ventas, el sistema deja de escalar. Aquí los roles y responsabilidades son clave para crecer sin quemar al equipo.
Ejemplo 4: Equipo de operaciones
En operaciones, los errores de rol suelen generar problemas silenciosos pero peligrosos.
- Rol estratégico: Jefe de operaciones
- Responsabilidades: diseñar procesos y optimizar recursos.
- Rol operativo: Coordinadores o supervisores
- Responsabilidades: ejecutar procesos y resolver incidencias diarias.
- Rol de soporte: IT o finanzas
- Responsabilidades: habilitar herramientas y control presupuestal.
Cuando todo termina en manos del líder, es una señal clara de que las responsabilidades no están bien distribuidas.
¿Qué tienen en común estos ejemplos?
En todos los sectores pasa lo mismo: cuando los roles están claros, el trabajo fluye. Cuando no lo están, aparecen el retrabajo, el desgaste y los conflictos innecesarios.
No importa la industria, el tamaño del equipo o si trabajan presencial o híbrido. La claridad siempre es una ventaja.
Estos roles y responsabilidades ejemplos muestran que el problema no es la complejidad del trabajo, sino la falta de estructura para sostenerlo.
Conclusión
Definir roles no es encasillar ni controlar.
Es crear acuerdos claros para que cada persona sepa dónde puede aportar, cuándo debe tomar decisiones y cuándo necesita coordinarse con otros.
Cuando esa claridad existe, el trabajo se vuelve más fluido, el liderazgo se siente más liviano y la colaboración deja de ser una intención para convertirse en una práctica diaria.
Este reto se vuelve aún más relevante en equipos híbridos o distribuidos. Cuando cada persona trabaja desde una ciudad, una oficina o un coworking distinto, no hay espacio para suposiciones.
Aquí es donde herramientas como Pluria pueden ayudar a conectar a los equipos, facilitar encuentros presenciales y crear espacios donde los roles se alinean de forma natural. La flexibilidad no está peleada con la estructura, siempre que exista claridad.
Si quieres empezar hoy, haz algo simple:
Elige un proyecto actual y escribe tres cosas: qué rol cumple cada persona, cuáles son sus responsabilidades principales y dónde termina su alcance.
No necesitas una gran reestructura. Solo necesitas conversaciones honestas. Ese pequeño ejercicio puede reducir la fricción, mejorar resultados y transformar la forma en que tu equipo trabaja.
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