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Ideas para mantener nuestro equilibrio emocional cuando el flujo de información nos abruma

Es cierto que necesitamos estar informados para entender concretamente lo que ocurre a nuestro alrededor y así poder estar en contacto y participar activamente en la vida de la comunidad u organización a la que pertenecemos.

Pero no es menos cierto que, en los tensos tiempos que vivimos, los medios de comunicación utilizan las nuevas tecnologías para emitir estímulos irresistibles para la psique humana.

«Sabemos por muchas investigaciones que los altos niveles de exposición a los medios, especialmente cuando son repetitivos, tienden a asociarse con el malestar psicológico…» – DanaRose Garfin, PhD, profesora asistente de la Universidad de California.

Entonces, ¿cómo podemos encontrar un equilibrio entre mantenernos educados e involucrados, por un lado, y cuidarnos emocional y mentalmente, por otro?

Y como no hay respuestas universalmente válidas, he elegido algunas ideas que pueden inspirarnos para encontrar las soluciones más adecuadas para nosotros:

  • Proporcionar a nuestro cuerpo el agua y los alimentos saludables que necesita para soportar con éxito cualquier esfuerzo, incluido el cognitivo;
  • Elegir un descanso de calidad, cuidando que nuestro sueño nocturno sea tranquilo y especialmente adecuado a nuestras preocupaciones diurnas;
  • Darnos un tiempo especial dedicado exclusivamente a reducir el estrés y a actividades de cuidado personal o hobbies, para que nuestro cuerpo, mente y espíritu alcancen la armonía y experimentemos a largo plazo alegría, comunión, confort, relajación, etc;
  • Recordar que acceder a más información no significa que ésta sea más significativa para nosotros; al darnos cuenta de que las situaciones inciertas o de rápido desarrollo pueden llevarnos a la ansiedad o a un malestar mayor (debido a nuestra falta de control sobre ellas), tomemos decisiones sabias sobre la cantidad de «noticias» que podemos procesar realmente y centrémonos sólo en las «cosas» que podemos manejar o influir directamente;
  • Acceder sólo a fuentes de información fiables (recomendadas por especialistas y validadas a lo largo del tiempo como tales), que eviten la desinformación, la manipulación, el pánico o el sensacionalismo;
  • Optar por publicaciones especializadas o boletines proporcionados por instituciones especializadas que ofrezcan periódicamente (diaria, semanal, bimensual, mensualmente) resúmenes de las principales actualizaciones en las áreas que nos interesan (personales o profesionales);
  • Organizar estratégicamente nuestro flujo de información para racionalizar nuestra experiencia de lectura, ya sea renunciando a las fuentes que nos provocan agitación o cualquier otra molestia prolongada, o añadiendo nuevos tipos de contenidos que nos induzcan una atención constructiva o una auténtica relajación;
  • Ofrecernos con frecuencia unos minutos de reconfortante conexión social, recibiendo información de alguien querido en quien confiamos y con quien disfrutamos analizando, comentando o interpretando temas de nuestro interés;
  • Establecer para nosotros mismos algunos límites básicos (pequeñas reglas sencillas y realistas) para fijar los parámetros óptimos de nuestra exposición a los flujos de información: sólo ciertos intervalos de tiempo (por defecto) del día (mañana, tarde), lugares preferidos sin «Noticias», etc;
  • Elegir responsablemente sólo un tiempo bien definido (máximo 30 – 60 minutos) para las redes sociales y/o aplicaciones de noticias. Afortunadamente, la tecnología puede ayudarnos a tomar estas decisiones por nosotros mismos.
  • Desactivar las notificaciones push (por desgracia, esta es una estrategia obvia, pero a menudo infrautilizada…), incluso eligiendo poner una cierta distancia física entre nosotros y los gadgets que tenemos, para que podamos resistir más fácilmente la tentación de la verificación permanente;
  • Tener el «valor» de darnos incondicionalmente pleno permiso para desconectar temporalmente de los estresantes flujos de información, sin sentirnos incómodos eligiendo este merecido «día santo» en el que «recargamos las pilas de forma saludable», reseteando nuestras prioridades física, mental y anímicamente;
  • Actuar con pequeños «pasos» -para poder disfrutar plenamente de los éxitos de la «etapa»- y asumir la nueva relación con nosotros mismos y con los que realmente nos importan;
  • Permitirnos volver al mundo real siendo conscientes tanto de los constantes desafíos que asaltan nuestra existencia como del auténtico poder personal que podemos implicar para afrontarlos con dignidad, en pleno respeto a nosotros mismos y a los demás.

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