Liderazgo femenino: complacer a los demás puede minar tu crecimiento
08 February, 2024
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Inspirada por el libro de Sally Helgesen y Marshall Goldsmith’s How women rise, y mi propia experiencia, hoy voy a hablar de liderazgo femenino.
Con más de 30 años de experiencia asesorando mujeres con puestos clave de liderazgo en grandes organizaciones de todo el mundo, Sally Helgesen y Marshall Goldsmith, escritoras de How women rise, describen los 12 hábitos más comunes que impiden a las mujeres avanzar en sus carreras profesionales.
En este artículo me centro en específicamente en uno de estos hábitos, aquél que durante mis más de seis años de experiencia profesional me he encontrado más frecuentemente: el deseo de complacer a los demás.
¿De dónde viene este hábito?
En primer lugar, es una combinación de factores. Según el libro, los estudios demuestran que las niñas son recompensadas y apreciadas desde la infancia por ser obedientes, afables, ser «simpáticas» y, en general, por querer agradar a los demás. Esto no sólo ocurre en la familia, sino también en la escuela y otros entornos.
Esto se extiende más adelante en las organizaciones, donde el ambiente ha sido moldeado por años de liderazgo masculino. Las mujeres son penalizadas por ser asertivas, o por expresar opiniones independientes.
En el libro, Sally Helgesen y Marshall Goldsmith presentan, mediante ejemplos e historias de sus clientes, cómo el deseo de complacer a los demás tiene su origen en el miedo:
- Miedo a ser juzgadas
- Miedo a no ser consideradas dignas de confianza
- Miedo a decepcionar a los demás
Por otro lado, las autoras también explican que, cada hábito mental, conlleva una serie de ventajas. Una vez somos capaces de identificar estas ventajas, las podemos usar a nuestro favor.
Por ejemplo, el deseo de agradar siempre a los demás desarrolla nuestra empatía—nuestra capacidad de notar cuando alguien está triste, preocupado, asustado o despistado—así como nuestra capacidad de comunicar y motivar a un equipo.
Pero cuando se utiliza en exceso, el deseo de complacer a los demás impide a las mujeres alcanzar puestos clave en las organizaciones, ya que se manifiesta como una incapacidad para tomar decisiones, delegar o actuar con autoridad, bloqueando a las mujeres en la fase de ejecución del proceso.
Además, este hábito afecta al juicio y transforma a las mujeres en víctimas potenciales de la manipulación por parte de personas que saben utilizar la culpa para que otras personas satisfagan sus necesidades.
¿Cómo deshacernos de este hábito?
En los dos últimos capítulos de su libro—Hábitos que impiden a las mujeres alcanzar sus objetivos y Cambiar para mejor—las autoras analizan con detalle los patrones de pensamiento que las mujeres han interiorizado a lo largo del tiempo, las relaciones/correlaciones que existen entre esos patrones y cómo pueden neutralizarse. Para ello ofrecen distintas soluciones:
- Reflexionar sobre la última vez que hemos tratado de agradar a alguien. ¿Cómo y por qué se manifestó este deseo?
- Sincerarnos con nosotras mismas: ¿Qué ganamos agradando a otras personas? ¿Cómo nos limita profesionalmente este deseo?
- Conocer nuestros objetivos, intereses y prioridades ¿Dónde queremos invertir nuestro tiempo, energía y esfuerzos? ¿Qué nos hace sentir seguras de nosotras mismas? ¿Qué nos aporta valor y fuerza? ¿Qué nos hace felices y realizadas?
- Antes de hacer algo que no es prioritario para tí pregunta primero: ¿Quién y por qué nos lo están pidiendo? Si la respuesta no es clara, es posible que la respuesta sea que «parecemos el tipo de persona que diría que SÍ».
Otro método muy eficaz es no dar una respuesta en el acto, sino analizar la propuesta que has recibido y preguntarte: ¿es una una prioridad? ¿Tengo tiempo para añadir esto a mi calendario? Y no dudes en pedir aclaraciones.
Finalmente debo decir que este artículo representa mi experiencia y punto de vista en este vasto tema. Aquí hablo de sólo una parte de la multitud de posibles soluciones que, si se adoptan, pueden ayudarnos en nuestro camino a eliminar de este hábito autodestructivo.
Y tú, ¿sufres—o has sufrido—los efectos de esta enfermedad crónica de nuestro género?
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