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Reseña de libro: Hablar con extraños

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Día tras día, estamos expuestos al contacto con personas totalmente desconocidas: caminando por la calle, asistiendo a eventos públicos o privados, yendo a la oficina o incluso quedándonos en casa, como hacemos muchos en el contexto actual post-pandemia. De hecho, muchos dicen que el teletrabajo puede ocasionar un problema para la comunicación, ya que nos es más difícil leer a las personas a distancia. ¿Es esto realmente cierto?

En su libro «Hablar con extraños», Malcolm Gladwell nos habla del estresante dilema de cómo desciframos, a menudo de manera distorsionada, los gestos y las palabras de los desconocidos que se cruzan en nuestro camino. 

Aunque no cabe duda de que podemos contar con ciertas herramientas para traducir los sutiles mensajes que nos envían los demás, este libro nos muestra cómo muchas veces podemos cometer graves errores al interactuar con personas que no encajan en nuestros estereotipos. 

Sirviéndose de errores memorables en este ámbito, el libro nos demuestra cuáles son los mecanismos que nos llevan a equivocación cuando tratamos de descifrar las palabras y las intenciones de quienes nos rodean.

Cuando damos demasiado o demasiado poco crédito al prójimo

Paradójicamente, quienes no se equivocaron con Hitler fueron los que menos sabían de él, personas que tuvieron poco o ningún contacto personal con él, señala Gladwell. 

Del mismo modo, Ana Belén Montes, una de las mayores espías cubanas de la historia, logró infiltrarse durante años en la oficina latinoamericana de la Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos como experta en temas de Cuba. Aunque en un momento dado despertó sospechas en uno de sus colegas más cercanos, el mero hecho de conocer sus resultados personales y su excepcional conducta le hizo dudar de su razón y sus presentimientos sobre ella. Esta duda le costó mucho.

Pero el problema del “extraño desconocido” puede degenerar igual de mal si proyectamos sobre esa persona la más sombría de nuestras sospechas. De hecho, el libro «Hablar con extraños» comienza y termina con un ejemplo de este tipo, el de Sandra Bland. El enfrentamiento entre una joven afroamericana y un agente de policía demasiado sospechoso acabó de forma trágica debido a la absoluta falta de confianza en un desconocido que no encajaba en los estereotipos del policía.

¿Cómo acabamos creando imágenes distorsionadas de los demás?

  • La tendencia a la verdad es una de las teorías fundamentales que se desarrollan en las páginas de este libro. Naturalmente, la mayoría de nosotros asumimos sinceridad cuando comenzamos una interacción con un extraño. Por eso, «cuando un mentiroso actúa como una persona honesta, o cuando una persona honesta actúa como un mentiroso, nos quedamos perplejos». Así es como acabamos pasando por alto comportamientos dudosos, encontrando excusas para los charlatanes y no enfrentándonos abiertamente a ellos desde el principio.

Incluso cuando, por el contrario, desafiamos la presuposición de la verdad por defecto e identificamos correctamente a los desconocidos como impostores, nos enfrentamos al peligro de otras distorsiones. 

Harry Markopolos, investigador independiente de fraudes financieros, fue el primero en descubrir la mayor operación de inversión piramidal fraudulenta del mundo (el esquema Ponzi). Sin embargo, no consiguió hacerse oír porque llegó a creer, infundadamente, que su vida corría peligro y dudó a la hora de aportar pruebas a las autoridades.

  • También entendemos mal a los desconocidos porque asumimos la hipótesis de la transparencia: cuando no tenemos suficiente información sobre otras personas, creemos que podemos descifrarlas estudiando su comportamiento y sus expresiones faciales. Sin embargo, como en el caso de Sandra Bland, resultamos ser unos traductores débiles cuando nos encontramos con desconocidos que simplemente no se corresponden con nuestras definiciones de los distintos gestos y mímicas.

¿Qué podemos aprender de «Hablar con extraños»?

  • Quizá la lección más valiosa de este libro es que debemos comprender la realidad del desconocido que tenemos al lado antes de sacar conclusiones sobre él. Debemos prestar atención al contexto de su comportamiento. Debemos tener en cuenta que el lugar y la hora de nuestro encuentro pueden influir en las reacciones de la otra persona.
  • «Siempre creí en ti hasta que ya no pude». Cuando llegamos a esas verdades incómodas, cuando la persona conocida o desconocida que tenemos al lado resulta ser un impostor, es importante no culparnos por asumir su sinceridad. Aunque de vez en cuando nos equivoquemos sobre la honestidad de los demás, es bueno recordar que la falta de verdad nos ayuda a establecer contactos sociales significativos.  En general, se trata de una estrategia eficaz. «La sociedad no puede funcionar de otra manera».
  • Por último, debemos aceptar los límites de nuestra capacidad para descifrar a los desconocidos. Aunque podamos tener pistas e intuiciones sobre los desconocidos cercanos, debemos estudiarlos detenidamente antes de etiquetarlos de una manera u otra, positiva o negativamente.

«Hablar con extraños» exige vigilancia y reserva, pero también un grado adecuado de apertura sincera hacia los desconocidos que se cruzan en nuestro camino. Así es como podemos mantener realmente el equilibrio en la dinámica y compleja red de nuestras interacciones cotidianas.

Y tú, ¿Cómo te acercas a los desconocidos que se cruzan en tu camino?

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