¿Por qué algunos países tienen más éxito en la incorporación del trabajo a distancia?
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La industria, el contenido del trabajo, la calidad de la infraestructura y la capacidad de utilizar herramientas digitales, todo ello juega un papel clave en la transición a un estilo de trabajo a distancia. Esto explica por qué los países se han adaptado al trabajo a distancia de forma tan diferente. Mejor dicho, los países desarrollados llevan ventaja en este sentido, mientras que los países en desarrollo se enfrentan a muchos más retos.
El concepto de trabajo a distancia no era extraño antes de la pandemia
En primer lugar, en los mercados desarrollados, una parte de la población activa ya estaba acostumbrada al trabajo a distancia. Por ello, cuando la pandemia llegó, países como Finlandia, Países Bajos, Dinamarca, Suecia y Estados Unidos no estaban completamente desprevenidos.
Sin embargo, no se puede decir lo mismo de Croacia, Hungría, Rumanía o Bulgaria, donde el concepto de trabajo a distancia está todavía en sus inicios. Además, según un estudio de Eurostat, estos países se encontraban a finales de la lista de Europa en 2020. En Rumanía, por ejemplo, sólo el 2,5% de los empleados trabajaban desde casa, frente a la media de la UE del 12,5%.
Combinación de ocupaciones, infraestructuras y competencias digitales
Consultoría, auditoría, medios de comunicación, marketing, comunicaciones, finanzas, informática, ventas: la lista de sectores que pueden abordar un estilo de trabajo híbrido es larga, aunque estos empleos no son para todo el mundo. Por ello, las economías desarrolladas suelen tener una mezcla de industrias y ocupaciones que son favorables para trabajar desde casa.
Por el contrario, en los países en desarrollo sólo una pequeña proporción de empleos puede realizarse a distancia. Sin embargo, este no es el único aspecto que impide que el trabajo a distancia entre en estos mercados laborales. Muchas empresas que buscan talento están dispuestas a contratar independientemente de su ubicación.
Aquí entran en juego una serie de factores, como el nivel de ingresos, la educación, las competencias digitales y los problemas de infraestructura.
En Europa, por ejemplo, a pesar de que la gran mayoría de la población utiliza internet, todavía hay hogares que no tienen acceso a él. Según una encuesta de 2019, los motivos son: la falta de interés (45% de los hogares sin acceso a internet), la insuficiencia de conocimientos (45%), el coste de los equipos (25%) y las barreras de alto coste (23%).
Cultura
Incluso cuando las condiciones son favorables para implantar un estilo de trabajo a distancia, hay que tener en cuenta las diferencias culturales.
Hay países en los que los empleados tienen un fuerte apego a la vida de oficina, les cuesta aceptar el cambio o simplemente creen que no pueden avanzar en su carrera si no se ven mal en el trabajo todos los días.
En Europa, Francia es una de las «excepciones» al trabajo a distancia, ya que sólo el 29% de los empleados afirma trabajar desde casa «al menos una vez a la semana», frente al 42% del Reino Unido, el 50% de Italia y el 51% de Alemania.
Además, en países donde el estilo de gestión es tradicional y fuertemente orientado al control, como China o Corea del Sur, la idea de no ir a trabajar es inimaginable .
Japón es otro país que se resiste al trabajo a distancia. Debido al alto nivel de competencia, adoptar el estilo de trabajo colaborativo que requieren los equipos híbridos es mucho más difícil de aplicar. Otra característica de los japoneses es el alto valor que dan a la lealtad, lo que se traduce en largas horas de trabajo en la oficina (en lugar de fuera de ella).
En resumen, adoptar un nuevo estilo de trabajo dista mucho de ser una ecuación sencilla, y depende de una plétora de aspectos.
Trabajar desde casa no es para todo el mundo debido a la infraestructura, las barreras logísticas, los metros cuadrados disponibles y el número de miembros de la familia que viven bajo el mismo techo. Incluso si tienes la logística y la demografía de tu lado, la cultura y la mentalidad pueden seguir percibiéndose como inconvenientes.
La paradoja de esta época es que todos estamos conectados y somos activos en las redes sociales, pero cuando se trata de trabajar a distancia, las cosas no son sencillas.
Aunque Internet nos une y ayuda a romper las barreras geográficas, la brecha entre los países ricos y los países en desarrollo no parece cerrarse, y el trabajo a distancia parece contribuir a ello.
¿Qué pueden hacer las empresas para ayudar a sus empleados en los países donde es más difícil trabajar desde casa? Pueden ofrecer beneficios, como por ejemplo:
- Descuentos para cubrir los costes de suscripción a Internet
- Formación para mejorar las competencias digitales
- Un presupuesto para mejoras o actualizaciones en el hogar
- Ofrecer la posibilidad de trabajar desde un tercer espacio, como el acceso a un espacio de coworking
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